el blog de pedro alarcon
  • BLOG
  • SOBRE mi
  • CONTACTA

El Escritor Sin Libro - Capítulo 04

22/4/2017

Comentarios

 
Imagen
Sudaba efecto fan por los poros de mi piel. Cuando uno tiene una edad en la que prácticamente te ha dado tiempo a cometer todos los fallos que se pueden cometer en una vida, hay pocas cosas que te sorprendan o ilusionen. Yo ya tenía esa edad, pero tener frente a mí a quien había sido mi ídolo de juventud me había quitado de encima casi veinte años de errores, casi veinte años de meteduras de pata, y por unos instantes volví a sentir esa efímera sensación juvenil de que puedes hacer lo que quieras.

Hubo un tiempo, antes de que Coel entrase en mi vida, en el que creí que yo no era nada, al menos no más nada que un simple adolescente más, que una piel inmaculada lista para que la vida empezase a tatuarla cada día. Hubo también un tiempo, cuando Coel entró en mi vida, en el que no había acontecimiento en mi rutina en el que él no estuviese de alguna manera presente, aunque no nos conociésemos, aunque no me conociese de nada en absoluto.

Cuando no te gusta lo que ves a tu alrededor a todos nos gustaría estar lejos, muy lejos. Jeff Coel era lo más lejos que se podía estar. Cada libro, cada página, cada párrafo y cada renglón suyo me enseñaron dónde estaban las fronteras, dónde estaban los límites, y dónde estaban los puntos finales. Me enseñaron que nada tiene fronteras, que nada tiene límites, y que el punto final ni siquiera lo ponía una peligrosa muerte de la que nadie quería hablar.

Mi primera borrachera la cogí con Jeff Coel, lo preparé todo, hasta el más mínimo detalle, como el que prepara una especial cena romántica a su primera novia para celebrar que se ha independizado, que ya se puede follar alegremente sin preocupaciones bajo un techo seguro.

Apilé todos sus libros, todos y cada uno de sus libros. Fui abriéndolos y leyendo frases al azar, ¡todas me decían algo! Fui bebiéndome una tras otra todas las cervezas que había comprado. No sé en qué libro, no sé en qué frase exacta, pero terminé dormido.

Soñé. Soñé que hacía los viajes que Coel describía capítulo a capítulo. Soñé que la ciudad nunca se acababa, y si se acababa era tan solo para que empezase otra. Soñé que las chicas de las que hablaba en sus historias me hacían caso. Soñé que el coche siempre estaba en marcha y siempre había un horizonte al que llegar. Soñé que podía estar allí donde quería estar tan solo con chasquear los dedos. Soñé que la tristeza era un traje feo y gris que se borraba con cada lágrima que echaba. Soñé que cualquier secreto siempre muere al ver el sol, como si fuese un vampiro. Soñé que lo mejor no estaba por venir, porque ya estaba allí.

Soñé. Soñé con libertad. Soñé con la libertad, el único alimento que quiere un joven, el único alimento que siente que no tiene un adulto. Cuando uno sueña a lo grande cualquier pared de habitación es una inmensa muralla. Cuando uno sueña que respira profundamente cualquier corsé que te pongas te asfixia completamente. Cuando uno sueña que es eterno la rutina se convierte en la peor cárcel.

Cada libro, cada página, cada párrafo y cada renglón que venían de la mano, de la mente, o de la locura de Coel, me hacía soñar. Soñar se había convertido en el mejor antídoto para el veneno de la realidad. Soñar se había convertido en la sangre para un aspirante a vampiro, cuando das el primer sorbo ya no hay vuelta atrás.

Continuará...
Comentarios

    Categorías

    Todos
    Coaching
    Comienza Una Nueva Vida
    Cursos
    Dinero
    EESL
    Ejercicios
    Escritura Terapéutica
    Frases
    Gente Que Me Gusta
    Humor
    Inspiración
    Libros
    Mis Libros
    Motivación
    Preguntas
    Recomendaciones
    Reflexiones
    Supera Tu Problema
    Tapping
    Terapia De Pareja
    Tutoriales
    Vídeos

Con tecnología de Crea tu propio sitio web único con plantillas personalizables.
  • BLOG
  • SOBRE mi
  • CONTACTA