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El Escritor Sin Libro - Capítulo 47

4/6/2017

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Todos mis pensamientos dejaron de llevarme más lejos de lo que mi cuerpo podía ir, y volví a encontrar mi mirada perdida, la que había dejado en uno de los rincones de aquella sala hace unos momentos. Coel continuaba sentado, con las piernas colgando sobre el escenario, yo todavía con algunas ganas más de seguir preguntándole cosas. Quién sabe, a lo mejor terminaba encontrando alguna respuesta a algo, a todo, o a nada.
¿Qué opinas de la muerte?, era uno de los temas siempre presente en tus libros... – le pregunté asombrándome yo mismo, asombrándome y sin ni siquiera saber de dónde había salido aquella pregunta, sin ni siquiera saber de qué parte de dentro de mí había salido aquella pregunta.

“La muerte… La muerte, ¡la gran motivadora!” – respondió como si le hubiese gustado que le hubiese hecho aquella pregunta.

“Tengo un solo tatuaje en mi cuerpo, escondido, escondido pero justo en el lugar correcto para verlo cada vez que quiera, para acudir a él cada vez que quiera, para mirarlo durante el tiempo que quiera sin que nadie me vea hacerlo…

Tengo un solo tatuaje en mi cuerpo, escondido. No llevo tatuado dragones, ni tribales, ni guerreros, ni partes mecánicas. Mi tatuaje son tan solo dos palabras, ¡tan solo dos simples palabras! Y el mayor mensaje para recordar a cada momento. Mi tatuaje son tan solo dos palabras - MEMENTO MORI -.

Memento mori  - recuerda morirás - memento mori - recuerda morirás. Mi tatuaje son tan solo dos palabras… y el mayor mensaje para recordar a cada momento.

La gente recorre miles de kilómetros para conocer a gurús, para aprender distintas enseñanzas lejanas en el tiempo y en el espacio, para tirar del velo y descubrir el sentido que hay detrás de las cosas que pasan. La gente hace cursos, talleres y seminarios buscando, buscando, buscando… ¡siempre buscando! esa frase que les haga ponerse en pie, ese nuevo concepto que les haga ver todo del color en el que quieren ver las cosas, que les haga comprender, que les haga valorar, que les haga justificar la lucha para conquistar el mundo… Memento mori, ¡memento mori!

Miramos a la muerte como si fuese una ladrona, una gran ladrona que nos arranca lo más preciado, lo más querido, y lo más deseado. Miramos a la muerte como si fuese el final, un gran final que nos dejará sin nada… y giramos la cabeza, giramos la cabeza para mirar a otro lado, giramos la cabeza muertos de miedo, entonces empezamos a correr muertos de miedo, salimos en estampida, y nos ponemos a hacer algo a lo que llamamos vivir nuestras vidas… Vamos, venimos, emprendemos, hablamos, conquistamos, mentimos, reímos… lo que sea, lo que sea para olvidar que algún día moriremos. A veces, si no lo sabes, la vida, lo que tú llamas vida, no es más que un salir corriendo guiado por el miedo a morir, tan solo eso, un salir corriendo llevado presa del miedo a morir. A veces, si no lo sabes, la vida, lo que tú llamas vida, es un simple miedo a morir consolado con sucedáneos de libertad, de alegría, y de amor.

No la vemos, no vemos a la muerte, tan solo sabemos de ella porque alguien nos ha hablado de ello, porque nos han hablado de ella en las noticias, o porque alguien de nuestro alrededor si la ha llegado a ver… y ya no está. No la vemos, no la vemos…  pero, sabemos que está ahí, no sabemos dónde, pero sabemos que está ahí. Mientras tanto crecemos obligados, estudiamos tonterías, nos casamos por costumbre, nos compramos una casa por estupidez, tenemos hijos por inconsciencia, envejecemos por desesperanza, y morimos cansados.

Nadie mira a la muerte como lo que es, la gran motivadora, el gran contraste, la gran diferencia. Nadie mira a la muerte como lo que es, todos los pensamientos se alejan de ella, lo más lejos posible de ella. Desconocemos la vida por el miedo a morir. El miedo a morir se traduce en una vida corriendo, con los ojos cerrados, a través de un hermoso bosque. Pensamos que tenemos algo que perder porque nadie mira a la muerte como lo que es. Nos sentimos indefensos porque nadie mira a la muerte como lo que es. Dejamos de escuchar a nuestro corazón porque nadie mira a la muerte como lo que es. Vivimos minutos aburridos porque nadie mira a la muerte como lo que es. Olvidamos vivir porque nadie mira a la muerte como lo que es.

Tengo un solo tatuaje en mi cuerpo, escondido, escondido pero justo en el lugar correcto para verlo cada vez que quiera, para acudir a él cada vez que quiera, para mirarlo durante el tiempo que quiera sin que nadie me vea hacerlo… Memento mori  - recuerda morirás - memento mori - recuerda morirás. Mi tatuaje son tan solo dos palabras… y el mayor mensaje para recordar a cada momento.” - dijo Coel mirándome fijamente como si quisiese que aquellas palabras calasen en lo más profundo de mi ser.

Continuará...

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