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El Escritor Sin Libro - Capítulo 55

12/6/2017

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No tenía del todo claro las causas que habían llevado a Coel de ser un autor de éxito a estar viviendo en la calle. No tenía claras muchas cosas sobre qué era lo que le había llevado a aquella situación. Lo miraba con detenimiento, lo veía allí, sentado en el sofá de mi apartamento, y era como mirar un puzzle al que todavía le faltaban algunas piezas para completarlo, y eso impedía ver la totalidad del dibujo que había en él.
Un buen día leí la última página del último libro que publicó Coel, sin saber que en realidad era la última página del último libro que publicaría Coel. De la noche a la mañana desapareció de mi vida, supongo que mis gustos cambiaron, que mis obligaciones aumentaron, y no volví a buscarlo en las estanterías de las librerías, ni en las revistas. Aquella pasión por el que era mi escritor favorito pareció disiparse en la cotidianidad que llenaría el resto de mis días de vida adulta.

Un buen día se fue, dejó de publicar, dejó de escribir, dejó de salir en las portadas de las revistas, dejó de ser noticia por sus borracheras, peleas, y salidas de tono en cualquier evento. El mundo siguió girando, y con cada vuelta parecía que su olvido creció más y más.

Había algo que me extrañaba en toda aquella historia, no terminaba de entender cómo alguien con tanto éxito, alguien con tantos libros a sus espaldas, alguien que hubiese ganado tanto dinero podía terminar en la calle. Mi mente no encontraba el eslabón perdido que había llevado a Coel a aquel banco de la calle donde lo había visto el día de antes. Mi mente no entendía cómo uno puede cagarla tanto, cómo se pueden hacer las cosas tan mal, cómo puede terminar todo de esa manera. Era un tío, mejor dicho, fue un tío rico… Supongo que tendría propiedades, supongo que tendría dinero a espuertas, supongo que tendría otros negocios, supongo que tendría inversiones, supongo que tendría… ¡no sé!, no encontraba el punto de unión entre sus dos situaciones, de estar en la cumbre a estar en pleno asfalto. Mi vena más cotilla pareció acaparar mis pensamientos, qué habría pasado con su matrimonio, qué habría pasado con Ambar Ray, su mujer, aquella diosa imposible de olvidar… Por mucho que me preguntaba y hacía mis cábalas no encontraba respuesta alguna.

“¿Cómo se puede pasar de estar en la cumbre del éxito a… a...?” - intenté preguntarle sin conseguir terminar la frase, quizás por timidez, quizás por vergüenza, quizás por no querer meterme donde no me habían llamado.

“A estar viviendo en la puta calle, ¿no?” - dijo con rotundidad.

“Sí, a estar viviendo en la puta calle. No sé… supongo que te quedarán todavía algunos royalties de tus libros, algunas ganancias de todo aquello, algo...” - añadí.

“Cuando haces pactos con el diablo terminas perdiéndolo todo. Cuando haces pactos con el diablo terminas perdiendo todo lo que no es tuyo, y yo no tenía nada mío. Detrás de cada historia de éxito, detrás de cada victoria, detrás de cada triunfo… siempre hay un pacto, ocurre desde hace siglos, unos pocos lo han sabido, otros muchos no… pero, siempre ha sido así, siempre han existido.

Cuando haces pactos con el diablo lo ganas todo y lo pierdes todo. Cuando haces pactos con el diablo la vida cambia y te cambia la vida. Cuando haces pactos con el diablo todos los números de la ruleta en la que lo apuestas todo señalan al engaño. Eso es lo malo de hacer pactos con el diablo… Eso es lo malo de hacer pactos con el diablo...” - dijo Coel poniendo el gesto más serio que le había visto desde mi encuentro con él.
Se levantó con detenimiento, como si tuviese todo el tiempo del mundo por delante, y con unos movimientos pausados de brazos y manos continuó hablando.

“Cuando haces pactos con el diablo lo aprendes todo, y cuando lo aprendes todo ya no te queda nada por saber, eso es lo peor que le puede pasar a un pobre mortal, el saberlo todo. Cuando haces pactos con el diablo comes el caviar más exquisito, bebes el champagne más selecto. Cuando haces pactos con el diablo te follas a las tías más buenas. Cuando haces pactos con el diablo descubres que no hay ninguna línea que separe el bien del mal.

Pero eso no es lo malo de hacer pactos con el diablo… Lo malo de hacer pactos con el diablo… Lo malo de hacer pactos con el diablo es que te conviertes en el mismo diablo” - dijo mirándome fijamente a los ojos.
“Lo malo de hacer pactos con el diablo es que te conviertes en el mismo diablo” - volvió  a repetir en un tono serio, como si lo que estaba diciendo fuese lo más trascendental que había dicho en su vida.
“Lo malo de hacer pactos con el diablo es que te conviertes en el mismo diablo” - añadió por tercera vez.

Continuará...

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