el blog de pedro alarcon
  • BLOG
  • SOBRE mi
  • CONTACTA

Mega Tutorial de MINDFULNESS

15/3/2016

Comentarios

 
Imagen
Dentro de las modas en crecimiento y desarrollo personal que nos invitan a sentirnos bien, a alcanzar nuestros objetivos y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos… nos llega en estos días una técnica milenaria rebautizada con un nombre… ¡cómo no, en inglés!, a la que le han lavado la cara para actualizarla un poquito y con la que se han disparado la publicación de libros, cursos y artículos referente a ello… ¡Hoy voy a hablarte del MINDFULNESS!
Aunque “mindfulness” te suene al nombre de un chocolate con sabor a menta… esta técnica es la que ya en sus días los budistas llamaban “estar sentado sin hacer nada prestando atención”. Precisamente esta técnica es una forma de meditación que consiste en prestar atención plena al momento presente, a estar ahí en ese momento, en ese aquí y ahora sin esperar nada, sin juzgar nada.

Esta técnica en un principio era realizada en círculos religiosos y espirituales como práctica para dominar nuestra inquieta mente y descubrir el verdadero yo que se esconde detrás de nuestros pensamientos fugaces y locos. Pero… como todo esto del crecimiento y desarrollo personal y espiritual  es una auténtica industria que mueve millones, dicha técnica ha llegado a ejecutivos agresivos con ganas de calmarse un poquito, a empresas que quieren sacar el máximo rendimiento de sus trabajadores revoltosos, a amas de casa hartas de sus niños y al resto de personas que intenten buscar un poquito de paz en su día a día.
Imagen

¡Qué te voy a contar a ti del día a día, del loco y rabioso día a día!, ¡qué te voy a contar a ti de lo que es tener la cabeza en las nubes o en los problemas que te ocupan y te preocupan!, ¡qué te voy a contar a ti de lo que es descubrirte a ti mismo en algún momento del día con tu cabeza y pensamientos dios sabe dónde!

¿Sabes la cantidad de energía que nos quita esa montaña rusa de pensamientos descontrolados que acuden a nuestra cabeza, que vienen…, que nos enfadan e irritan, y que se van para volver al segundo siguiente? Pero así estamos nosotros casi la totalidad del día, pensando, pensando y pensando… haciéndolo casi en modo automático, ¡con el piloto automático puesto sin darnos cuenta!

En medio de todo ese caos que nace y que muere dentro de tu cabeza pocos son los momentos de tranquilidad mental, de cese de pensamientos. Pocos, o muy pocos, son los momentos en los que te puedes permitir el lujo de pararte durante unos momentos y ver qué hay detrás de esa avalancha demente de pensamientos, ver que hay detrás de ellos, ver qué eres realmente cuando todo ese ajetreo mental se calma… ¡ese es el objetivo del mindfulness: descubrirte a ti mismo en ese silencio interior!

Las prisas, las exigencias familiares y laborales, el ritmo de la sociedad y ese “corre, corre, corre” que parecemos tener programado en nuestro organismo nos hace realizar la mayoría de nuestras acciones de manera inconsciente, como si algo nos empujase a hacerlo, como llevados por un impulso, ¿cuántas veces te has descubierto a ti mismo fregando lo platos o conduciendo con la cabeza y tus pensamientos en una galaxia muy muy lejana?

Ese ritmo loco y frenético se termina instalando en nuestras vidas de modo permanente haciendo que en determinadas ocasiones no hagamos lo que queremos hacer, no consigamos lo que queremos conseguir y no vivimos como queramos vivir.
Imagen

Es por esto que, esta técnica, que el mindfulness nos invita a pararnos, a salir de ese modo automático, a sentarnos sin hacer nada… y en ese no hacer nada mirar como acuden los incesantes pensamientos a nuestra cabeza, observar cómo se presentan ante nosotros como si fuesen nubes blancas cubriendo un cielo azul y ver cómo se van sin más, sin juzgarlos, sin quererlos retener…

En la continua práctica de esta técnica, en ese “bajarnos de nuestro loco mundo” durante esos minutos, es donde empezamos a darnos cuenta de que quizás seamos algo más que ese torrente de pensamientos que van y vienen, suben y bajan. Que quizás seamos más que las reacciones que nos provocan los mismos: más que un enfado, más que un sentimiento de nostalgia, más que una tristeza, más que una culpa… o incluso más que una alegría desmedida o euforia. En esos momentos de quietud interior podemos “darnos cuenta” de que no somos nuestros pensamientos ni nuestras reacciones ante ellos… sino precisamente lo que hay detrás de todo eso, sino precisamente ese vacío, ese silencio, esa tranquilidad, ese cielo azul maravilloso e inmenso que la nubes que trae el viento pretenden cubrir.

Pero, ¿qué es exactamente todo este rollo de sentarse sin hacer nada = mindfulness?


Dudo yo mucho que, exceptuando algunos monjes perdidos en algún monasterio de unas montañas lejanas, haya muchas personas que, en nuestro día a día, no estemos a cada momento preocupados  por lo que nos ocurrió ayer, antes de ayer, antes de antes de ayer… o por todo lo que nos puede pasar en el futuro.

Tenemos una mente que es una máquina perfecta de especular, de crear planes, de barajar múltiples opciones… Tenemos una mente que es una máquina perfecta para buscar en el pasado y el futuro cualquier solución, cualquier cosa que nos pueda resultar de alivio o consuelo, cualquier esperanza o mínima alegría.. Este fenómeno puede llevarnos a vivir en todos los tiempos pasados y futuros menos en el que de verdad tenemos pleno poder de acción: el presente. Este fenómeno puede llevarnos a vivir una fantasía eterna imaginando que resolvernos los problemas del pasado y escapamos de las preocupaciones del futuro. Este fenómeno puede llevarnos a “huir de nuestra realidad”, a perdernos todo lo que nos rodea: relaciones con otras personas, experiencias de disfrute, charlas, besos, abrazos, caricias…

En ese modo de actuar nos vamos separando cada vez más de la realidad y empezamos a creer que con nuestra poderosa mente, y sus creaciones en forma de pensamientos, podemos arreglarlo todo, que podemos solucionarlo todo. En ese momento nos volvemos “mentales”, siervos de una mente que cree saberlo todo, conocerlo todo y tener la solución a todo… En ese momento nos empezamos a alejar o perder cualquier experiencia en vivo y en directo con la realidad, con lo que el día a día pone al alcance de nuestra mano.

Si ese estado se prolonga día tras día podemos caer en una especie de “sueño profundo” en el que creamos que vivimos despiertos… pero estemos “dormidos” en realidad. Esto se puede observar fácilmente en numerosas escenas de nuestro día a día en una gran ciudad, en ver como centenas de personas caminan por las calles y bocas del metro como poseídos por una gran mente que los controla,… y también en la puerta de cualquier colegio donde esperan los padres a sus hijos, los recogen, les dan un beso, guardan las mochilas en el maletero, se meten en el coche, arrancan y salen disparados… ¡y todo eso mientras su mente, su cabeza, sus pensamientos están muy muy lejos de allí, quizás en lo que tienen que hacer a la noche o al día siguiente!, ¡unos auténticos zombis!
Imagen
¿Crees que se puede ver la realidad desde esa perspectiva?, ¿crees que con la cabeza en el futuro o en el pasado constantemente se puede saborear el presente?, ¿crees que arrastrado por esa avalancha de pensamientos puedes llegar a ver tu vida tal como es, a tu pareja tal como es, a tu trabajo tal como es, a tus hijos y amigos tal como son?

Así pasa un día, una semana, meses, años y casi media vida… Con algo de suerte un día una crisis, una enfermedad, un diagnóstico, un giro inesperado de la vida nos puede “despertar” y hacer mirar atrás, hacia lo que ha sido nuestra vida… dándonos cuenta de lo “dormidos” que hemos estado durante todos esos años, del ritmo loco que llevábamos, de la irrealidad de la realidad que hemos vivido.

Aquí es donde radica el verdadero valor de esta técnica, del mindfulness. Aquí es donde el sentarnos a no hacer nada a ver pasar nuestros pensamientos sin juzgar toma toda su importancia y se convierte en ese despertador que nos hace ver el automatismo que impera en nuestro día a día. Aquí es donde el mindfulness se convierte en un billete de ida a la consciencia y al descubrimiento de tu verdadera naturaleza, del verdadero yo que se esconde detrás del continuo torrente de pensamientos que te hacen reaccionar una y otra vez. 
 
Son siglos los que los budistas llevan practicando esta técnica, son miles de años los que llevan sentándose con sus ojos cerrados a realizar esa mirada en su interior, a simplemente estar en ese preciso momento y no pensando en poner la lavadora, y no pensando en cambiarle el aceite al coche, y no en ingresar el dinero de la hipoteca en el banco… ¡pero no hay que convertirse al budismo, tener los ojos rasgados ni vestir túnicas naranjas para beneficiarse de todo esto!
​
Querido lector, si usted está vivo y todavía respira… ¡tiene todo lo necesario para poner en práctica esta técnica!
Imagen
En estos momentos es probable que estés pensando… “Sí hombre, para pararme estoy yo, con todo lo que tengo importante que hacer hoy y mañana y pasado” Ese, ese y no otro, es el verdadero esfuerzo y trabajo que hay que realizar… el bajarse del mundo durante unos instantes y tan solo limitarse a observar el momento en el que te encuentras, a verlo tal y como es, a no hacer nada para cambiarlo, arreglarlo, mejorarlo, retenerlo… A estar tan solo pendiente de lo que está ocurriendo, de lo que estás sintiendo, de lo que ocurre en tu cuerpo, de los pensamientos que acuden a tu mente, de lo que ves, de lo que oyes… ¡pero sin juzgar nada, pero sin querer cambiar nada, pero sin querer controlar nada, pero sin querer modificar nada!, ¡tan solo estar ahí viendo como sucede todo lo que sucede a tu alrededor, tan solo estando ahí como una simple presencia que observa ese momento!

Esta práctica, ese pararnos, sentarnos y tan solo observar puede traernos el regalo de “darnos cuenta”, el valioso regalo de hacernos consciente de nuestra manera de actuar, de hacernos conscientes quizás de cómo vamos acelerados en nuestra vida, de hacernos conscientes quizás de cómo nos enfadamos en ocasiones, de hacernos conscientes de que pasamos la mayor parte del día en piloto automático,…
​
Básicamente esto fue lo que un buen día hizo el señor Buda. Después de correr, correr y correr,… buscar, buscar y buscar,… se paró, se sentó a la sombra de un árbol, cerró los ojos y se puso a observar ese preciso instante, tan solo a observarlo sin pretensión alguna… ¡y se iluminó!
Imagen
Se ha escrito mucho mucho mucho, quizás demasiado, sobre el tema de la iluminación. Todavía a día de hoy hay mucha mucha mucha gente que cree que esto de la “iluminación” que se obtiene si meditas mucho mucho mucho te dará “poderes sobrenaturales”, “saldrán rayos de tu cabeza o tercer ojo”, “verás a Dios y te fundirás con él”, o una “infinita sabiduría penetrará en tu mente”,… No soy experto en nada, y en esto mucho menos… ¡pero siento decirte que la cosa no es así!

Todo lo que hayas podido ver, leer o escuchar acerca de esa “iluminación” no es más que lo que “sucede” (cuando sucede) al pararte, al sentarte y al observar ese momento, es decir, lo que puede “suceder” (cuando sucede) al practicar “mindfulness”… ¡tan solo eso!, ¡tan solo te “darás cuenta” de que quizás las cosas no son lo que son, de que tú quizás eres otra cosa distinta de lo que crees que eres, de que quizás te estás comportando de una manera tonta en tu manera de vivir la vida!

Justo en ese momento que nos ofrece la práctica del mindfulness puede “suceder” (cuando sucede) que veamos lo erróneo de nuestros pensamientos, el verdadero funcionamiento de estos y cómo nos han guiado durante todo estos años. Justo en ese momento puede “suceder” (cuando sucede) que veas un aspecto de la vida que antes, aunque tuvieses delante de ti, no veías… y te empieces a reír a carcajadas por darte cuenta de lo tonto que podemos llegar a ser los humanos,… Justo en ese momento puede “suceder” (cuando sucede) que te des cuenta de que todo es simple, de que todo es fácil, de que todo es tranquilo y sereno,…
​
La meditación, el mindfulness o la iluminación no te va a dar poderes para vengarte de todas las personas que no te han hecho ni puñetero caso en esta vida, ni para adivinar los números de la lotería, ni para presumir ante tus amigos de que tú te has “iluminado” y que estás por encima del bien y del mal,… Todo esto no te hará ser mejor persona, ni más bondadoso, ni más detallista, ni más sabio… tan solo te podrá mostrar cómo eres, lo que eres. Esta práctica te da la oportunidad de hacer un alto en el camino, de pararte, de sentarte, de salir de esa rueda de comportamientos, acciones y reacciones que se suceden incluso sin ser tú consciente en tu vida,…
Imagen
Como ya te he dicho antes, se ha escrito mucho mucho mucho sobre todo este tema, sobre la meditación y sobre su nueva cara lavada: el mindfulness. En numerosas ocasiones todo este tema ha sido vestido de cierto esoterismo, de cierta magia, de cierto hermetismo y misterio haciéndonos quizás creer que es algo complicado, o que para hacer cosas de estas tenemos que meternos en una secta, hacernos vegetarianos, iniciarnos en algún rito extraño o que baje algún chamán de 100 años de las montañas para ponernos sus manos en nuestro tercer ojo y así se dignos de empezar a meditar… ¡nada más lejos!

Tampoco hay que ser un flipado de  la new age, comer tofu o creer que los gobiernos nos controlan mediante la cocacola y la televisión para practicar mindfulness. Ni siquiera hay que ser un superejecutivo agresivo a cargo de una multinacional para empezar a meditar… Ya te lo dije antes: Si estás vivo y puedes respirar, ¡ya lo tienes todo para empezar!

Esto de sentarse a no hacer nada, de sencillo que es se hace difícil y complicado, ¿por qué? Porque lo vemos, lo abordamos, lo analizamos de nuevo todo desde nuestra mente. Modificando la sencillez de sentarse tan solo a respirar y creando otras cien maneras diferentes de hacerlo. Modificando la postura en que sentamos y creando otras cien maneras de hacerlo. Modificando cómo tenemos que hacerlo y creando velas, ropa, inciensos, cojines y todo lo necesario para hacerlo,… ¡de nuevo la mente y sus complejos pensamientos!

A riesgo de parecer pesado: si estás vivo y respiras lo tienes todo, siéntate y estate tan solo ahí sin hacer nada, sin querer controlar nada, sin querer que las cosas sean de alguna determinada manera, tan solo ahí… Si ves que acude algún pensamiento, obsérvalo, no lo pares, no lo analices, no lo catalogues, no lo etiquetes… deja que pase como pasaría una nube cruzando el cielo… ¡y sigue ahí sentado, presente, sin hacer nada más que estar ahí sentado, presente y sin hacer nada!
​
Esto, muy resumidamente, sería la esencia de todo esto del mindfulness, de toda esta moda para ejecutivos, empresas, amas de casa atareadas y cualquier adepto al rollito del crecimiento y desarrollo personal. Aun así, vamos a seguir hablando un poquito más sobre todo esto para que tengas más detalles…

Imagen


​Un poquito más sobre esto del mindfulness…


Al igual que el mindfulness existen otras técnicas que conforman el extenso campo de la Meditación. Dentro de todas esas numerosas técnicas podemos hacer dos grandes grupos: las que se centran en el exterior y las que se centran en el interior. Me explico.

Existen técnicas de meditación en las que ponemos a trabajar a nuestra mente concentrándose en algo del exterior (un punto dibujado en la pared, la llama de una vela, un punto perdido en horizonte, el sonido de un gong, un mantra o frase que repetimos,…). El mindfulness, por el contrario, pertenecería al grupo de las técnicas de meditación que se concentran en algo del interior (en lo que sucede en el interior de nuestro cuerpo, en nuestros pensamientos generados por la mente, en nuestra respiración, en nuestras sensaciones corporales, picores, cosquillas,…)
​
Si en las técnicas de meditación que se concentran en el exterior es algo ajeno el objeto sobre el que meditamos, en el mindfulness podríamos decir que el objeto de la meditación somos nosotros mismos. Y es, precisamente, sobre ese objeto de la meditación, que somos nosotros mismos sobre el que se pide, sobre el que se requiere, ATENCIÓN PLENA y CONCENTRACIÓN.
​
Es la práctica continuada de esa atención y concentración la que nos irá descubriendo sesión a sesión, día a día, momento a momento lo que sucede cuando somos observadores de todo lo que ocurre en nuestra cabeza, de la calma que hay detrás de los pensamientos e imágenes que nos asaltan, de la profundidad de nuestro ser.
Imagen

​Por compararlo de una manera sencilla sería como ir al gimnasio, primero manejamos pesos ligeros y pocas repeticiones… esto en la meditación vendría a ser el sentarse y que se nos escape la mente una vez y otra y otra… ¡pero no hay que desistir! Al igual que en el gimnasio, poco a poco, ejercicio a ejercicio, iremos cogiendo más peso… esto en la meditación vendría a ser que cada vez somos más conscientes de cómo acuden los pensamientos a nuestra cabeza, de cómo se van, y de cómo cada vez reaccionamos menos a ello y nos convertimos en simples observadores de todo ello. Como en el gimnasio, que no se consiguen unos músculos de la noche a la mañana sin un relativo esfuerzo… ¡en la meditación ocurre lo mismo!, ¡poco a poco, disfrutando y experimentando en cada respiración!

En esa atención plena y concentración sobre lo que ocurre dentro de nosotros mismos, en esa constancia y continuidad, puede acontecer un momento en el que todo se pare, en el que te sorprendas a ti mismo que no estás pensando nada, tan solo que estás ahí… observando, como si estuvieses viendo la película que se proyecta en tu cabeza.
​
Día a día, con el paso del tiempo y la dedicación necesaria vamos obteniendo cada vez pequeños momentos en los que parece que “nos desconectamos” del mecanismo mental que nos gobierna. Pequeños y placenteros momentos en los que nos damos cuenta del ritmo loco que hemos llevado o llevamos en nuestro día a día… ¡vendría a ser como unas fugaces vacaciones a todo el ajetreo mental que soportamos!

Son momentos tan en comunión contigo mismo, tan alejados del ruido del exterior, que pueden llegar a ser refugio de lo que ocurre en tu vida y en tu día a día. Estos momentos, por plenos, agradables y satisfactorios que puedan resultarnos no deben ser “refugio” de la realidad, no deben ser la “alternativa” a todo el caos exterior… sino la plataforma donde darnos cuenta de cómo somos, de qué somos, de nuestros verdaderos deseos, de esa voz tenue con la que nos habla el corazón y el alma y que con el run-run cotidiano no escuchamos… Tan solo eso, utilizar estos momentos como “huida de la realidad” no sería más distinto que el tomar drogas o algún otro vicio o necesidad.



Imagen


​Ok, muy bien… me siento y no haga nada,… ¿pero cómo hago eso de no hacer nada?


Si nos asomamos a las valiosas enseñanzas budistas podemos ver que definen a la mente como un mono loco e inquieto dentro de nuestra cabeza. Un mono acelerado e hiperactivo que quiere huir del presente, ir al pasado o al futuro, donde sea menos estar en el aquí y ahora… ¡así es nuestra mente por naturaleza!

​Es precisamente esa manera de funcionar la que nos empuja a vivir en la inconsciencia, a despertarnos con el piloto automático puesto y a vivir como si hubiese una fuerza superior que nos guía las 24 horas.
¿Crees que es fácil domesticar a ese mono asalvajado de nuestra cabeza que creer saberlo todo y tener la razón en todo?, ¡Pues no, no lo es! ¿Crees que es sencillo parar todo ese torrente de pensamientos que tenemos al cabo del día?, ¡Pues no, no lo es!

Por todo esto, debido a la naturaleza intrínseca de nuestra mente, tenemos que centrarnos, concentrarnos, en algo con el objeto de empezar a decirle a ese mono del que hablamos que aunque el siga a la suya nosotros nos vamos a “parar”, nos vamos a “sentar”, y no vamos a “hacer” nada, ni a “juzgar” nada.


Imagen
Puestos a centrarnos en algo, puestos a concentrarnos en algo… te recomiendo que te centres y concentres en tu propia respiración. ¿Por qué? Pues porque la llevas siempre encima, porque siempre está ahí, porque no necesitas nada del exterior ajeno a ti, porque es lo más cercano a ti.

De este modo, nos pararemos, nos pondremos cómodos, nos sentaremos y comenzaremos a fijarnos, a prestar atención, a observar nuestra respiración. Es posible que al principio, durante las primeras prácticas, quieras controlar la respiración, quieras inspirar a un determinado momento y espirar a otro… que pierdas la respiración, que te despistes… ¡es del todo lógico y normal!
​
El dichoso mono lleva toda su vida a sus anchas, haciendo lo que le da la gana… así es que no te deprimas o rindas si ves que en el momento de centrarte o concentrarte tu mente sale corriendo al pasado, o te trae un recuerdo de cuando ibas al colegio, o te recuerda que tienes que  recoger la ropa del tendedero, o que estás haciendo el gilipollas ahí sentado, … ¡esas son las armas con las que tu mente se defiende para no verse arrastrada el presente, al aquí y ahora! La mente es lista, sutil, delicada… te querrá llevar a numerosos escenarios. Tú no te esfuerces por ir ni por no ir, tú no te esfuerces en resistirte ni en no resistirte, tan solo, tan solo, tan solo… estate ahí observando todo lo que pasa.



Imagen

No te preocupes, vuelve de nuevo tan solo a observar y poner atención en tu respiración… así una vez y otra, verás cómo poco a poco dejas de querer controlar, de querer hacer esto de la meditación de una determinada manera y te conviertes en tan solo un espectador del aire que entra y sale de tu cuerpo. Eso es todo, no hay más misterio. Esa es la esencia de todo esto, prestar atención a tu respiración, a cómo sucede y estar ahí parado haciendo nada…

No se trata de respirar a un determinado tiempo, ni de una determinada manera, ni tapándote un agujero de la nariz u otro…, ni de sentir algo especial, ni de esperar que ocurra algo especial, ni de que se te ocurra algo especial, ni de que venga el señor Buda a decirte lo bien o mal que lo estás haciendo,…  tan solo, tan solo, tan solo se trata de estar ahí, sentado, con atención plena en tu respiración.

Con la debida y necesaria práctica y atención verás que cada vez estás más consciente de cada respiración, de cómo el aire acaricia tus fosas nasales al entrar en ellas, de cómo tus pulmones se llenan sin esfuerzo por tu parte, de cómo alcanzas justo ese momento en el que no sabes decir si ha terminado de entrar todo el aire o empieza a salir, y como sale poco a poco… ¡de cómo sucede todo eso sin hacer tú nada, de como sucede todo eso y tú eres un simple observador!
Imagen


En ese sentarme a respirar, ¿qué cosas pueden ayudarme?
​

Hasta donde has podido leer, podrás comprobar que a pesar de tener un nombre un tanto complicado, mindfulness, que a pesar de ser una moda en el rollito este de meditar, que a pesar de todos los pesares… ¡es una técnica que de simple la hacemos complicada!

Acuérdate que, siempre siempre siempre, que quieras trabajar con tu mente para calmarla, para serenarla, para apaciguarla… ésta, siempre, siempre, siempre, hará lo contrario para no dejarse atrapar. Así es que de nuevo te diré que para “hacer” algo con tu mente lo mejor es “no hacer” nada. Y cuando te digo hacer nada es hacer nada. Sé que suena fácil y sencillo, pero… reconócelo, somos humanos… ¡nos va lo complicado!

Cuando te pares, te sientes y observes tu respiración entre esas cosa de no hacer nada debes hacer el no juzgar. Es decir, si acude un pensamiento a tu mente no digas eso de “ey, este pensamiento que acaba de pasar es bueno” o “ey, este pensamiento que acaba de pasar es malo”. Mientras estés meditando no juzgues, no hay pensamientos ni buenos ni malos, tan solo simples pensamientos que se pasean por tu cabeza y tu reacción ante los mismos no debe ser ninguna, creas que estos son buenos o son malos. Punto. No debes tener ninguna actitud al respecto mientras estás respirando, ni sentirte bien, ni sentirte mal mientras lo hagas. Ni sentirte buena persona, ni sentirte mala persona cuando lo hagas… ¡tan solo estar ahí, sin juzgar nada de nada de nada de lo que ocurra o suceda!

Ese no juzgar vendría a ser el equivalente de levantar peso en el gimnasio, es lo que más tarde hará que nos empiecen a aparecer los músculos. Pues en este tema del mindfulness, el no juzgar es uno de esos esfuerzos que se te requieren. Si juzgas, si crees que lo que sucede es bueno o malo… eso ya no es meditación.


Imagen
Puedo parecerte un tanto pesado con todo esto de que no hagas nada, no juzgues, tan solo observa… ¡pero es que todo esto se basa en esto precisamente! En eso tan difícil para el ser humano que es no hacer nada, no juzgar y tan solo observar… ¡qué fácil y que sencillo y que difícil y que complicado a la vez!

¡Observar, nada más!, ¡observar, nada más!, ¡observar, nada más!
​
Un pensamiento, por sus propias características, tiene el poder de pegarse a nuestra cabeza, de hacernos mirar a un lado, de pincharnos para hacernos saltar, de provocarnos, de cuestionarnos, de preguntarnos qué opinamos sobre esto o aquello… Si no conocemos esta sutileza en ellos, una vez tras otras, caeremos en su trampa y nos volverán a llevar a ese ritmo diario loco y frenético, a ese “profundo sueño” desde donde vivimos nuestras vidas.

El hecho de saber cómo funcionan y del poder e intención que tienen los pensamientos al entrar en nuestra cabeza ya nos da una ventaja que antes no teníamos, ya nos pone en guardia, pero… no olvides que no hay que, mientras meditas, aunque sepas cómo actúan y se comportan, no hay que luchar contra ellos, ni para bien ni para mal… ¡observar, nada más!


Imagen

​Todo este tema de meditar, de sentarse a no hacer nada, a prestar atención a tu respiración, a no juzgar… más que unas “simples prácticas”, más que unos “simples ejercicios”, más que una “simple moda”… yo, personalmente, lo veo como un modo de vida, como algo de mi día a día, como ese limpiarme los dientes, o ir al trabajo. Es decir, esa atención plena, tiene un lugar en mi rutina, en mi cotidianeidad. Eso significa que aunque no sea en posición sentada, con las piernas cruzadas y con los ojos cerrados… intento llevar esta práctica a cada cosa que hago a los largo del día: conducir, encender el ordenador, escribir, comer… Eso significa que cuando conduzco estoy ahí presente conduciendo, eso significa que cuando enciendo el ordenador estoy ahí encendiendo el ordenador, eso significa que cuando estoy escribiendo estoy ahí escribiendo… ¡no lo con la cabeza en lo que puede suceder mañana o pasado!

Ese es el verdadero objetivo del mindfulness y de la meditación, el intentar conseguir ampliar cada vez más ese momento de estar sentado y llevarlo a prácticamente la totalidad de las horas de nuestro día. De esta manera cada vez serán más y más los momentos en los que estaremos “despiertos”, en los que estaremos presentes en nuestras vidas, en los que estaremos viviendo y sintiendo todo lo que nos acontece en nuestra experiencia vital.
Imagen


​Sí, sí… todo suena muy bonito, pero…

Vale, hemos llegado hasta aquí, te he contado un poquito de teoría sobre esto de la meditación, del mindfulness y el rollete este de sentarse a “dominar la mente”… pero tengo que reconocerte que aunque  yo, te repita una y otra y otra y otra vez que te sientes tan solo a observar… ¡la cosa tiene narices!
¿Por qué? Pues porque somos seres humanos, porque le hemos dado el poder de nuestra vida a la mente, porque ésta es ese mono alocado dentro de nuestra cabeza del que antes hablábamos,… 

​Todo esto de respirar, de observar y bla, bla, bla… está muy bonito y quedas de puta madre cuando te haces el interesante delante de tus amigos diciendo que meditas, que vas a clase de meditación o que tienes un superprofe de mindfulness… ¡qué bien y que interesante suena todo! Pero todos tenemos tan solo 24 horas al día, todos tenemos que trabajar y atender responsabilidades personales, familiares y laborales,… todos tenemos que relacionarnos con otras personas que nos pueden gustar más o menos, y puede haber días en lo que no nos aguantemos ni a nosotros mismos… ¡como para sentarse a tontear viendo como respiro!

Ese, ese y no otro es precisamente el esfuerzo que se nos pide, que se nos requiere para salir de ese círculo vicioso al que nos arrastran los pensamientos y todas sus consecuencias. Por sencillo que pueda parecer lo de sentarse a no hacer nada requiere de un esfuerzo, de un tesón y de una disciplina precisamente para romper nuestras costumbres, nuestros patrones de conducta, nuestra manera de pensar y reaccionar… ¡precisamente para luchar contra todo lo que somos pero sin luchar!
Imagen

​Ahí es donde se nos pide cierto compromiso con nosotros mismos, con nuestra mejora personal, con ese viaje en busca de lo que hay en nuestro interior,…  Ese compromiso del que te hablo es el que tiene que ser fuerte en momento en los que comiences la práctica un día y otro y otro… y veas que a lo mejor te esperabas una cosa que no llega, que veas que a lo mejor esto de meditar iba a ser otra cosa y las recompensas iban a ser más rápidas e inmediatas, que eso de observar a la respiración no te lleva a nada,… ¡ahí es donde hay que persistir y seguir sentado sin hacer nada, sin hacer nada, sin hacer nada!

Vuelvo a decirte que esto del mindfulness, por bien que te lo vendan, por bien que te lo pinten en las revistas de moda, no es el pasaporte a una vida sin problemas, a una existencia vivida en un estado zen en el que llueven flores del cielo y los pájaros cantan alegremente, ¡nada más lejos y nada más cerca! No es la solución a la hipoteca de tu casa, no es la solución a los traumas del pasado, no es la solución a las preocupaciones del futuro,… ¡pero puede llegar a ser lo que lo cambie todo! Puede ser lo que te haga ver cómo eres, puede ser lo que te haga darte cuenta de tus reacciones, puede ser lo que te haga descubrirte a ti mismo y ver que “quizás” y solo “quizás”… ¡eres mucho más de lo que crees!
Imagen


​Una cosita que te vendrá de maravilla en todo este viaje…

Ya sabemos que esto no es tan fácil ni tan difícil como pueda parecer. Ya sabemos que eso de sentarse  tan solo a observar, con el tipo de vida que tenemos, puede resultar algo complicado… ¡así es que lo que necesitas es un poquito de paciencia!

Sí, sí, paciencia… eso que precisamente no nos sobra. Eso que la rapidez de nuestro entorno nos ha hecho olvidar, ¡paciencia!

En esta misión que hemos empezado al meditar, al dedicar unos momentos al mindfulness, necesitamos esa bendita paciencia para sentarnos un día y otro y otro y otro… y ver que quizás no sucede nada. Si, para estar simplemente ahí sentados y estar preparados para que “no ocurra nada”,…
​
Paciencia para ver como el mono impaciente de nuestra mente continúa haciendo lo que le da la real gana. Necesitaremos paciencia en cada respiración,… pero también iremos ganando paciencia en cada respiración. Necesitaremos paciencia a cada segundo de práctica meditativa,… pero también iremos ganando paciencia en cada segundo de práctica.
​
Ya tenemos otro ingrediente en esto del meditar: pararse + sentarse + no hacer nada + no juzgar + paciencia…
Imagen


​¿Qué cosas se pueden “arreglar” con esto del mindfulness?

Imagínate que estas mirando el cielo, el día está gris y unas espesas nubes negras lo cubren todo impidiendo que se vea el sol o que traspasen sus rayos… Si ves ese cielo un día y otro y otro, si esos nubarrones negros lo cubren todo… a lo mejor puedes llegar a pensar que no existe el sol, o que no hay un cielo azul… ¡que es tan solo el comentario o la idea de alguien!

Pues bien, esa idea de que todo es gris, de que tan solo hay nubes negras, y de que el sol es una mera invención del alguien… es, de modo parecido, lo que puedes pensar de ti mismo: que no eres bueno, que eres triste, que no puedes hacer tal o cual cosa, que no eres capaz, que no te mereces tal o cual cosa,…
​
Eso que tú mismo crees de ti mismo puede ser tan solo un error de visión, un error de percepción de la realidad, un “algo que tú crees pero que no es así” ocasionado precisamente por tus pensamientos, por esa corriente de pensamientos que asaltan a nuestra cabeza y nos mueven como marionetas durante todo el día.


Imagen

Como ya sabes, la mente, quiere estar en cualquier lugar menos en el presente y en esa huida nos lleva al futuro al lado de posibles preocupaciones y al pasado a posibles experiencias traumáticas vividas, tal vez no resueltas y sobre las que quisiéramos tener el control aunque haya pasado tiempo de ello. En ese viaje al pasado quizás nuestros pensamientos nos lleven a encontrarnos con nuestro yo del pasado, con aquel niño herido, tímido, incapaz, torpe, feo, gordo, con gafas… o cualquier atributo que no aceptásemos. En ese viaje en el tiempo es posible volver a sentir algunas de las cosas desagradables que sentimos, y que volvamos a sentirlas como si fuésemos aquel niño pequeño sin recursos, edad o madurez para gestionarlo… muy lejos desde el punto de vista que tenemos actualmente, muy lejos de esa madurez emocional que hemos alcanzado batalla tras batalla…

Este viaje en el tiempo puede distorsionar nuestra realidad nuevamente y hacer que nos veamos peores de lo que somos, distintos de lo que somos, más incapaces de lo que somos… ver ese cielo, que antes te contaba, lleno de nubes negras ignorando que hay un sol… Aquí es donde entraría en juego los “beneficios” de ésta técnica al conseguir momento tras momento de estar observando todo lo que pasa en nuestro interior el “ver a través de las nubes negras”, el ver el cielo azul de nuevo y descubrir el sol que brilla detrás… ¡ver nuestro verdadero yo, que es lo que somos en realidad lejos de lo que creamos que podemos ser o fuimos en un pasado!

Lo que nosotros creamos de nosotros mismos puede no corresponderse en absoluto con lo que somos en realidad. El pensar que “no valemos”, que “no somos capaces”, que “no podemos”… son tan solo vanas etiquetas, son esas nubes negras que tapan el cielo. Esas afirmaciones son esas nubes que tapan las emociones que pudiese haber detrás de ellas: culpa, enfado, tristeza… De nuevo, ese sentarnos a no hacer nada más que observar y no juzgar con paciencia nos pondrá cara a cara con esas emociones y en ese momento quizás las comprendamos, las integremos y las transcendamos quitándoles todo el poder negativo que pudiesen tener sobre nosotros y descubriéndonos libres de ellas.
Imagen


​Si practico mindfulness, ¿me convertiré en una persona positiva y alegre?
​

Hay mucha gente que se acerca al mundo de la meditación buscando en ella el “remedio” o la forma para cambiar: para ser más alegre, para no estar triste, para no estar ansiosa,… ¡para ser de otra manera!

Si esta es tu intención siento decirte que, aunque la práctica continuada de la meditación te termina cambiando de manera profunda, ésta no es propiamente un ejercicio de cambio de personalidad o de carácter. Con el mindfulness conseguirás observar los pensamientos que acudan a tu cabeza, ya sean estos negativos o positivos, no cambiar esos pensamientos de negativos a positivos… eso sería empezar a juzgar y lo que estuviésemos haciendo dejaría de ser meditación.
​
La observación de nuestros pensamientos sin juzgar nos irá dando esa distancia sobre los mismos, ese desapego, ese no juzgar del que tanto estamos hablando… desde ese punto, con el tiempo y la comprensión que vayamos obteniendo ya no nos “preocupará” si los pensamientos que tenemos son tristes y nos hacen personas tristes, o si son pensamientos de miedo y nos hacen personas miedosas… porque tan solo veremos cómo dichos pensamientos acuden a nuestra cabeza y se van sin más. Con el tiempo continuado de práctica esos pensamientos, que antes entraban en nuestra cabeza, nos hacían reaccionar y transportarnos a lejanos escenarios mentales, ya no tendrán ese poder, ya no nos “arrastrarán”… ¡y habremos cambiado sin haber querido cambiar!
Imagen

El verdadero cambio vendrá no del deseo de cambiar y modificar una cosa por otra en nuestra manera de ser, sino del conocimiento de nosotros mismos, de ver cómo funcionamos, de ver qué sucede en nuestra mente, de ser observadores impasibles de todo ese vaivén.
​
El mindfulness no transforma nuestros pensamientos en positivo, el mindfulness no nos dibujará una sonrisa en la boca, el mindfulness no nos hará cariñosos o bondadosos… El mindfulness nos dará el espacio y el tiempo para conocernos, para ver cómo funcionamos, para ver como reaccionamos, para ver cómo nos comportamos… y eso, a la larga, puede hacer lo que nos haga tener pensamientos positivos y ser una persona cariñosa con una sonrisa en la boca… ¡o no! La meditación tan solo te muestra cómo eres y lo que eres en realidad, una vez sabido eso, una vez tomada consciencia de eso tú eres quien decide la dirección a tomar.

Si medito, ¿se arreglarán las cosas en mi vida?
​

He conocido a numerosas personas que se han metido en el mundillo este de la meditación, de la práctica de observar y demás con la intención de obtener mediante ello algo de paz de en su día a día, de conseguir ser de una persona distinta e incluso de hacer de este sentarse a no hacer nada algo distintivo con lo que sentirse diferente a sus amigos y ser, de esa manera, alguien especial…

También he conocido personas que se han acercado a todo este tema queriendo cambiar una mala racha de suerte en su vida, como queriendo solucionar o modificar su destino o el karma que tuviesen…
​
Cada uno es libre, y más que libre, de acercarse a las disciplinas y prácticas que desee con la intención que desee… aunque unas prácticas pueden ser más afines que otras y dar mejores resultados que otras. Mediante el mindfulness no tornarás tu mala suerte en buena suerte ni destino negativo en positivo.

La mayoría de nuestras acciones nacen de nuestros pensamientos o de las reacciones ante los mismos. Es posible que a nuestra mente acuda la imagen de nuestro jefe, que sintamos enfado en ese momento y que decidamos comportarnos de una manera concreta… Es posible que a lo largo del día acuda a nuestra cabeza aquellas imágenes de lo ocurrido en aquella pelea o desacuerdo que tuviste con tal o cual persona, ese pensamiento provoca en ti una emoción y en base a ella decides como actuar… haciendo o no haciendo lo que sea…


Imagen

La práctica de la meditación no va a cambiar nada de este proceder, nada de este mecanismo mental de acción-reacción… lo que si nos hará y nos entrenará es en ver el exacto momento en el que ese pensamiento aparece y el espacio que existe entre el mismo y la reacción que tomamos. Tal como te dije al principio vivimos en una reacción inconsciente a nuestra actividad mental, como de modo automático: acude un pensamiento y reaccionamos a él, acude otro y volvemos a reaccionar… ¡sin darnos cuenta! Esa manera de comportarnos inconsciente puede “meternos en algunos líos” en nuestra vida debido a la velocidad en la que reaccionamos y a sus consecuencias: decimos lo que no queremos en caliente, tomamos decisiones rápidamente, etc, etc… sin darnos ese tiempo de reflexión, esa pausa, esa distancia, ese tomar el control de nuestra conducta.

Todo esto de lo que te vengo hablando te hará ver cada vez más cómo reaccionas ante las situaciones, cómo te disparas, cómo te enfadas, cómo te alegras… lo llegarás a ver como si estuvieses viendo una película, como de lejos, como si no fuese contigo la cosa… ¡tendrás el espacio y el tiempo para elegir qué quieres hacer y no serás un mero títere arrastrado por el mecanismo mental!, ¿no te parece fabuloso?

Desde ahí, desde ese conocimiento y nueva manera de actuar las decisiones y reacciones que tomes seguro que serán otras y por lo tanto cambiará tu manera de actuar y con ello, posiblemente, los resultados que obtengas en tu vida… ¡y a la larga, tu destino o karma!

Si cada vez nos entrenamos más en observar cómo surge un pensamiento, como pasa por nuestra cabeza y cómo desaparece… nos iremos dando cuenta de que nosotros NO somos ese pensamiento ni la reacción o emoción que nos ocasiona. Cada vez más iremos rompiendo esa cadena de causa y efecto, de pensamiento y reacción y con ello tomando el control de nuestra vida. Siempre he creído que una de las mejores maneras de tomar decisiones es el estar “despierto” para ser totalmente consciente de aquello que elegimos o decidimos… ¡ahí nos puede ayudar el mindfulness!
​
El darnos cuenta, el hacernos conscientes puede llegar a ser la causa de que no tomemos malas decisiones o elecciones,… ¡cambiando con ello toda nuestra vida!


Imagen


El mindfulness en la práctica: paso a paso.
​

Si te parece bien vamos e empezar con la parte más práctica para llevar a cabo esta técnica.
  • ¿Cuál es el tiempo necesario que hay que dedicar a la meditación?
Cuando alguien me hace esta pregunta yo siempre le digo que es mejor POCO tiempo de meditación que NADA de meditación. Yo, personalmente, veo este tema de la meditación como algo a lo que hay que, de buena gana, hacerle un huequecito en nuestro día a día… y no convertirlo en una tarea obligada o una actividad programada como ir al gimnasio, ir a clase de pintura o hacer la compra del mes… porque al final nos acercaríamos a esta técnica con cierta obligación y desagrado.

Sé que puede sonar algo impreciso, pero intenta dedicar un tiempo al mindfulness todos los días… ya sean cinco minutos, diez, quince o veinte… Intenta acercarte como si de una diversión se tratase y a la larga no tendrás que buscar tiempo para meditar sino que la meditación te buscará a ti.

La duración de la sesión de meditación no tiene nada que ver con el tiempo que marca un reloj, hay ocasiones en las que un momento ha sido ideal para alcanzar un estado relajado perfecto de observación profunda y otras en las que casi una hora hemos estado trayendo nuestra atención continuamente de la lista de la compra y las tareas del hogar a la práctica de la técnica.
  • ¿Tengo que ponerme sentado de alguna manera en concreto?
Existen libros, libros y más libros sobre cientos de posturas y maneras de meditar. Todas son válidas, pero la mejor es la que te resulte más cómoda a ti. A mí particularmente me gusta sentarme con la espalda recta en cualquier sillón, no me va mucho eso de sentarme de rodillas, cruzar las piernas o tumbarme (que siempre terminaba dormido)

Busca la manera más cómoda para ti, aquella en la que tu cuerpo esté cómodo… pero quizás no tanto como para quedarse dormido al minuto. Aquella en la que tu cuerpo se sienta bien, pero que no se te duerman las piernas al minuto o te haga estar forzando algún grupo de músculos.
Imagen
  • ​¿Qué hago una vez sentado y cómodo?

Una vez sentado y cómodo, presta atención de forma deliberada y sin juzgar a lo que esté sucediendo en ese momento, es decir, estate atento a lo que sucede en tu cabeza tal como si estuvieses viendo una película que ni te va ni te viene.

Para ayudarte puedes empezar por poner tu atención en tu respiración. Empieza por poner tu atención en cada vez que entre el aire por tu nariz, una vez y otra vez y otra… Tan solo presta atención, esto significa que no tienes que forzar la respiración ni respirar de ninguna manera en concreto ni a ningún ritmo en particular… tan solo observa cómo entra el aire en tu nariz una y otra vez…

Prueba a ampliar tu atención y observa también cuando sale el aire de tu cuerpo, cómo acaricia tus fosas nasales y tu cuerpo parece deshincharse, obsérvalo, tan solo obsérvalo. No quieras forzar la salida del aire, correr más o correr menos en espirar, tan solo obsérvalo, tan solo mira cómo sale el aire solo sin esfuerzo…

Es muy muy muy probable que en tus primeras prácticas de meditación al intentar prestar atención a la respiración tu cabeza, ya sabes, el mono ese loco y salvaje…, se vea atrapado, se vea amenazado y te traiga frente a ti pensamientos de lo más raro e inoportunos. No te extrañes si queriendo prestar atención a tu respiración de pronto te descubres con la cabeza en lo que tienes que preparar mañana para el trabajo, no te extrañes si queriendo prestar atención a tu respiración te descubres diciéndole lo que te gustaría decirle a tal o cual persona… ¡o pensando de qué color pintar el techo del cuarto de baño!
​
Poco a poco, práctica a práctica, momento a momento… casi sin que te des cuenta irás estando cada vez más presente en tu respiración, sin forzarla, sin controlarla. Poco a poco, aunque acudan pensamientos invasivos a tu cabeza estos no te llevarán a ningún lugar del pasado o del futuro porque los verás aparecer y los verás irse tal cual por donde han venido… ¡ese es el objetivo principal de esto de meditar!, ¡ese es el camino que hay que recorrer y andar!


Imagen

Para empezar a poner la atención en algo durante la sesión de meditación yo te recomiendo, como ya te he dicho, la respiración. Más adelante, con algo ya de práctica en este tema podrás ampliar tu foco de atención a otras partes de cuerpo o sensaciones tales como cosquilleos, sensaciones corporales, etc…

Con práctica y dedicación esa esfera de atención plena a lo que está sucediendo en el momento presente se irá ampliando, ¡con práctica y dedicación de nuevo! poco a poco irás ampliando dicha esfera incluso fuera de tu cuerpo… ¡pero por ahora céntrate en la respiración y listo!
​
Entiendo que si estás empezando en todo esto te puedan asaltar dudas de si lo estás haciendo bien o lo estás haciendo mal. De si estás en la postura correcta o no, de si respiras de la manera correcta o no… Tranquilo, tranquilo y tranquilo…, no hay una manera “correcta y única” de meditar, no hay una manera buena o mala de hacerlo…, déjate llevar, ponte cómodo, cierra tus ojos, céntrate en tu respiración, estate ahí, mira como entra el aire, como se llena tu cuerpo sin que tú hagas nada, cómo sale el aire sin que tú hagas nada, estás ahí… sin juzgar, sin esperar nada, tan solo ahí. Si acude algún pensamiento no lo etiquetes, no hay nada bueno ni malo, ni intentes echarlo de tu cabeza, ni pararlo, ni luchar con él… tú sigue ahí, tan solo hay viendo toda esa película...

Confía en ti, si crees que deberías ponerte de cierta manera… ¡hazlo! Confía en esa voz interna, seguro que abre puertas interiores. Esto de meditar no está tanto en la “forma” o en el “cómo” sino en la impasividad con la que observemos, sino en la calidad de la presencia con la que estemos en ese preciso y exacto momento observando cualquier pensamiento, sentimiento, recuerdo, impulso, deseo, expectativa o percepción.

Tan solo estate ahí, presente. Tan solo ahí, observando.


Imagen

Andando este camino de la meditación, poco a poco, momento a momento… empezarás a “darte cuenta”… y puedes preguntarme ¡ok, pero ¿darme cuenta de qué?! y yo te respondo, aunque te parezca ambiguo que “cada uno se da cuenta de lo que se tiene que dar cuenta”.

Yo, cuando empecé con todo esto de la meditación, tenía al mono de mi mente loco loco loco perdido generando miles y miles de pensamientos por minuto, buscando alternativas, opciones, planes y datos… Una de las primeras cosas de las que me empecé a dar cuenta fue de, precisamente, esa velocidad a la que iba mi cabeza, me di cuenta por primera vez en mi vida que mi cabeza iba a mil por hora, me hice consciente de tal velocidad… y de pronto, parecí calmarme, parecí empezar a comportarme con más tranquilidad…

Hay personas que se dan cuenta en la meditación de ciertos sentidos de sus vidas, es decir, de si lo que estás haciendo, diciendo, pensando, sintiendo o esperando de la vida es lo que de verdad quieren… Otras personas se dan cuenta de que viven la vida de otras personas, de que sus directrices de vida no son propias…

Con el tiempo te das cuenta de que no eres esa ráfaga de pensamientos que van y que vienen, un buen día empiezas a ver que eres lo que hay detrás de esos pensamientos, que eres el silencio que hay cuando el ruido de la mente cesa, que eres un silencio profundo, profundo y profundo donde no hay fondo… tan solo profundidad y profundidad… En ese momento puedes llorar, o en ese momento puedes reírte a carcajadas porque te habrás “dado cuenta” de verdad de esto que llaman Vida…
​
Pero poco a poco y tiempo al tiempo, ¡ahora a sentarse y observar!


Imagen

​Como ya te dije, lo ideal no es dedicarle unos minutos concretos a la meditación, que suene el reloj, volver a caos diario y punto… sino llevar esa meditación a cada momento y minuto de tu día a día… Lo suyo es “estar presente” cada vez más veces en tu día a día… Seguro que si repasas lo que has hecho durante el día descubres que gran parte del tiempo has estado en modo automático. Intenta estar cada vez más presente: si estás echando gasolina a tu coche intenta estar ahí echando gasolina a tu coche, si estas con el carrito de la compra por los pasillos del supermercado intenta estar ahí sintiendo como llevas el carro, como andas, como respiras, cómo miras a un lado y a otro, cómo acuden los pensamientos sobre qué comprar,…

Sé que a lo mejor, en un principio, puede resultar extraño o incluso tonto esto de estar presente en cada momento, pero poco a poco te irá costando menos y estarás más y más presente en tu día a día, en tu vida, en tu existencia.


​¿En qué me "convertiré" si medito día tras día?


Me han hecho esta pregunta en más de una ocasión y, con una risilla en la boca, respondo que “te convertirás en nada”, que si te fijas bien es distinto de que “no te convertirás en nada”. Digo que te convertirás en nada porque sesión tras sesión, práctica tras práctica, haciendo un lugar a esa atención plena en tu día a día… ese personaje que todas las personas interpretamos en nuestra sociedad, esa fachada, ese disfraz, esa sonrisa ensayada que tanto hemos llegado a dominar… es posible que caiga, es posible que nos demos cuenta de que no es lo que más nos representa, es posible que nos demos cuenta de que somos valientes y no necesitamos ocultarnos tras estas cosa, y es posible que todo ese cartón piedra caiga quedando lo que en realidad somos: nada, puro vacío, pura potencialidad, ¡lo que tú verdaderamente decidas y elijas ser!

¡Eso puede ser uno de los “efectos secundarios” de meditar!

Nuestro “yo”, ese personaje con unos gustos, intereses, pensamientos e ideas concretas de lo que está bien o de lo que está mal… puede quedar al descubierto ante tu nueva manera de ver las cosas, ante tu nueva capacidad de observar con paciencia sin juzgar, y puedes llegar a darte cuenta de que es tan solo eso “un personaje” que si bien te ha servido, valido o ayudado durante años ahora ya sabes que eres mucho mucho más que eso, que un nombre, que un sexo, que un trabajo o que unos determinados ingresos.
​
La caída de ese personaje puede ser el comienzo de tu libertad al no tener que rendirle cuentas, al no tener que seguir soportando esa estructura construida con el paso de los años para relacionarte con todo lo que hay a tu alrededor. Darte cuenta de todo esto puede ser el comienzo del fin de una farsa, de una personalidad encorsetada que hay sobrevivido con una sonrisa pintada para agradar y complacer a todo lo que había cerca de ti.


Imagen

Pero tampoco te vayas a asustar con todo esto que te estoy contando de que puedes cambiar o que tu “personaje” va a caer… Hay muchas personas que creen que cuando meditas te conviertes en una especie de colgado pasivo al que todo le da igual y que está por encima del bien y del mal… ¡nada más lejos! Tan solo que verás las cosas sin las distorsiones que generan tu actividad mental, es como ponerse unas gafas que te hacen verlo todo mucho mucho más claro. Tan solo no te tomarás las cosas tan a pecho, o de manera tan personal como quizás te las venías tomando.

Para ir terminando…


Bueno, querido lector, hasta aquí hemos llegado con este supertutorial de mindfulness que he preparado para ti con tanto cariño con la intención de descubrirte un poquito qué hay detrás de todo esto de la meditación, del respirar y del sentarse sin hacer nada.

Hoy es un día perfecto para empezar a poner en práctica alguno de los puntos que te he comentado, hoy es un día perfecto porque si estás vivo y respiras… ya sabes, ¡ya tienes todo lo necesario para empezar!
​
Mi consejo final sería el que no te obsesiones con técnicas, con modos de respirar, con posiciones o posturas, o con lo estaré haciendo bien o lo estaré haciendo mal… sino que te centres en sentarte cómodamente, cerrar tus ojitos y estar ahí observando tranquilamente lo que sucede dentro de ti como si estuvieses viendo una película en el cine… Que viene un pensamiento y te lleva por ahí lejos… no pasa nada, no te enfades, ni te irrites ni nada de nada… vuelve a estar ahí presente observando lo que ocurre en tu cabeza, cómo entra el aire en tu cuerpo, cómo sale, cómo entra, cómo sale… Que te descubres al cabo de un rato que estabas pensando en lo que hay que comprar en el supermercado… no pasa nada, no te enfades, ni te mosquees… vuelve a estar ahí presente observando lo que ocurre dentro de ti, tu respiración… así una vez y otra y otra y otra…
Imagen

¡Eso es todo!, no hay más misterios, no hay más trucos, no hay atajos para hacerlo más rápido o mejor…

Deseo de corazón que todo lo que he escrito para ti haya sido de tu interés y ojalá estas palabras sean el comienzo de una apasionante aventura que te lleve a descubrir tu verdadero yo, que te lleve a ver el cielo azul que se esconde siempre tras las nubes y que te muestre el sol más maravilloso que puedas imaginar.

Muchísimas gracias por atención, un fuerte fuerte abrazo.
​
¡Mahalo nui loa!

Si te ha gustado este super tutorial de mindfulness puedes darle un "me gusta" o compartirlo con aquellos que creas que un poquito de meditación les vendría bien. Muchas gracias por toda tu atención.

¡Mahalo nui loa!

¿Quieres GRATIS mi Curso Completo
"Encuentra tu Trabajo Ideal en 17 días"?

​
​¡Pues haz click en la imagen de abajo y te llevará directamente a la plataforma
donde está alojado el curso!  Una vez allí, registrate como alumno...

¡y listo para empezar!
Imagen

¿Quieres suscribirte a mi Newsletter
​y seguir en contacto?


​Si es así, por favor, escribe tu email y te mantendré informado de contenidos exclusivos, vídeos, descuentos para cursos y algún que otro regalo... 

Importante:
Si ves que no recibes mi Newsletter...
 por favor mira en tu bandeja de correo no deseado,
​es posible que el sistema lo haya reconocido como spam y termine ahí.


¡Muchas gracias por tu confianza!

       

Enviar
Comentarios

    Categorías

    Todos
    Coaching
    Comienza Una Nueva Vida
    Cursos
    Dinero
    EESL
    Ejercicios
    Escritura Terapéutica
    Frases
    Gente Que Me Gusta
    Humor
    Inspiración
    Libros
    Mis Libros
    Motivación
    Preguntas
    Recomendaciones
    Reflexiones
    Supera Tu Problema
    Tapping
    Terapia De Pareja
    Tutoriales
    Vídeos

Con tecnología de Crea tu propio sitio web único con plantillas personalizables.
  • BLOG
  • SOBRE mi
  • CONTACTA