Cojo impulso y salto a tu piel. Como si lo hubiese hecho mil veces antes. Como si volar fuese uno de mis dones. La caída, las verdaderas caídas, no consisten en no llegar, sino en no atreverse a saltar. Cojo impulso y salto a tu piel. De camino intento desplegar mis alas y solo me asaltan interrogantes. Tú ríes. Ríes como si estuvieses acostumbrada a ver a Ícaro caer todos los días. Tú ríes. Ríes esperando que llegue a tu piel. Ríes porque creo que sabes que terminaré alcanzándote. Yo sigo volando hacia ti. Vestido de doble o nada. Marcando el número de teléfono de mi ángel de la guarda por si no sale bien mi plan. Caerse no es no llegar. Caerse es no saltar. Caerse es no atreverse. Tres, dos, uno. Sobre ti.
0 Comentarios
Descorchamos la noche. Sacamos nuestros labios para servirla en la mejor copa en la que se puede tomar una noche a tu lado. Prefiero servir la noche directamente en nuestros labios que en copas de cristal. El cristal es transparente. Nunca me ha gustado fiarme de nada transparente, de nada que no tenga nada que ocultar. No me fío. Todo parece ir bien, pero si se rompe, corta. El cristal roto siempre corta. Sacamos a pasear todas nuestras fantasías, las reprimidas y las no. La noche es el mejor lugar para destapar tus fantasías. Nos miramos. Ya no nos escondemos. Atrás dejamos nuestros disfraces diarios. Ahora tan solo estamos vestidos de la música que suena desde el salón. No queremos escapar de este momento. Sería de locos el querer escapar de cualquier momento a tu lado. Con la melodía de fondo, sacamos nuestras sonrisas a bailar, un baile tras otro, y luego otro tras otro. Hasta que la noche termina en abrazo y amanecer.
Si no estuvieses tan lejos, si estuvieses aquí, cara a cara, te preguntaría si tú también. Si tú también te fías de esas sensaciones que erizan la piel. Si te fías de la locura cuando se disfraza de diversión. Si venderías todas y cada una de tus ideas por cualquier beso robado. No sé qué cara tienes, no te conozco, pero me gustaría preguntarte si tú también. Si miras a las estrellas y pides deseos a escondidas. Si crees que cerrando los ojos la distancia se hace menor. Si has escondido alguna vez tu corazón y has tirado la llave. Algo está pasando. Nadie sabe el qué. Es algo extraño. Como compartir piso con gente que no conoces de nada. Por eso me gustaría preguntarte. Llámame loco, pero a veces creo que somos la misma persona. Por eso, si no estuvieses tan lejos, si estuvieses aquí, cara a cara, te preguntaría si tú también.
Quédate todavía aquí. Todavía, ¡qué palabra más bonita!. A veces he llegado a pensar que es una especie de abreviatura de “toda la vida”. Todavía. Así es que hazme caso, por favor, quédate aquí todavía. Nadie sabe dónde va un tren sin dirección. Nadie sabe dónde parará. Nadie sabe si te podrás bajar cuando tú quieras. Saltar en marcha siempre es una opción. Un loco es alguien que tan solo tiene una opción. Quédate aquí, todavía, y te prometo todas las opciones que quieras imaginar. Saltar en marcha siempre es una condena con nombre de derrota. Nadie recuerda a quien salta en marcha de la vida. A mí, me gustaría recordarte aquí. Todavía. Quédate todavía. Quédate toda la vida.
Un extraño puede ser como una puerta. Si lo pensamos bien, un extraño es mucho más parecido a una puerta de lo que podamos pensar. A veces un extraño, un simple y desconocido extraño, puede ser la entrada a un reino. La vida, la verdadera vida, casi siempre se empieza con alguien extraño al principio. Detrás de una puerta puede estar el corazón de un extraño latiendo. Detrás de una puerta puede estar esperando un extraño con la respiración entrecortada. Detrás de una puerta puede haber alguien esperando. Detrás de una puerta puede haber alguien que se muere porque esa puerta se abra. Cuando una puerta se abre y dos extraños juntan sus manos éstos dejan de serlo.
Planeo el próximo minuto antes de que el reloj se lo lleve. Un próximo minuto no apto para menores. Uno de esos minutos que te hacen ser cualquier otra cosa menos tú. Un minuto en el que sea imposible perder, aunque nos quedemos vacíos, sin nada más que darnos. Un minuto de esos para morir de amor, y años después nos termine estudiando la ciencia. No te imaginas la de miles de detalles con los que se puede amueblar sesenta segundos. Además, siempre termina sobrando tiempo para un beso. Siempre hay tiempo para un beso. En un minuto hay gente que es capaz de crear un nuevo lenguaje y convertirse en cautivo de sus palabras. Quitarse la ropa y convertirse en fuego. Volver a donde empezamos y planear el próximo minuto. Hay momentos que el tiempo es incapaz de arrebatarle a nadie.
Qué bonito es ese lugar que no conseguimos imaginar aunque cerremos los ojos y nos quedemos dormidos. Qué bonito es ese océano que nos tragó y nos hizo entender lo que es la profundidad. Qué bonito el silencio de un volcán callado. Qué bonita una Atlántida solo para enamorados. Ruinas de un corazón, que a base de latir lo derrumbó todo. Cenizas de un pasado, que a base de palabras sin sentido ardió. Y entre ruidos que nos hacen olvidar, nos damos las manos como si fuese lo último que podemos hacer, y cerramos los ojos de nuevo queriendo imaginar. Un océano que nos trague, que nos haga ser profundos. Un volcán que nunca estalle, que nunca dé nada por acabado. Y una Atlántida, solo para enamorados.
Nunca he conocido unos labios que hayan perdido una batalla en ningún colchón. El insomnio puede ser una condena o lo mejor que te puede pasar. Todo depende de quien esté a tu lado. En la calle se escuchan las risas de la gente, parece que solo quieren bailar y bailar. Tú y yo aquí, a oscuras, nos miramos. Te digo al oído que si todas esas personas tuviesen la suerte de tenerte a la distancia que yo te tengo, seguro que no estarían en la calle haciendo el tonto. Tú ríes. Siempre te ríes de mis tonterías. Las risas son más bonitas en la oscuridad. Pero esto también depende de quién esté a tu lado. Como casi todo en la vida. No queremos darnos ninguna explicación, para eso ya están los libros. Tan solo comprobar si esto era lo que el Destino nos tenía preparado. Efectivamente, al amanecer comprobamos que nunca unos labios han perdido ninguna batalla en ningún colchón.
Te quiero con condiciones. Solo con condiciones. Solo si somos de capaces de lo que sea... pero juntos. Solo si dos es la unidad mínima a partir de ahora. Solo si tejemos una bandera, del color que queramos, pero tú un hilo y yo el otro. Solo si nos embarcamos en un viento que sople a nuestro favor. Solo si somos nosotros entre un millón de personas. Solo con condiciones. Solo si saltamos sin red y de camino abrimos nuestras alas de par en par. Solo si pasamos las noches de verano inventando nombres para las estrellas. Solo si para siempre jamás nuestros labios. Solo si para nunca más separados. Solo si nos reímos de las consecuencias. Solo si jugamos con la causa y efecto. Solo con condiciones. Solo si confías. Solo si te quiero con condiciones. Solo.
Contigo siempre he pensado que lo mejor que puedo hacer es rendirme. Hay quien puede ver esto de cobardes, eso es porque no te conocen, ¡ni se conocen a ellos mismos! Sé que estoy vivo cuando estoy a tu lado, ¡tan solo cuando estoy a tu lado! El resto del tiempo dudo. Dudo de todo. Hay cosas que tan solo se aprenden cuando el cansancio cae sobre ti. Cuando estás fuerte crees tener la razón, y sigues intentando golpear lo invisible. Quiero dejarlo todo. Me rindo. Ya te lo he dicho antes. No quiero mis títulos, ni mis trofeos de hojalata, ni mi nombre… Ni más treguas, ni más banderas blancas. Ya no quiero alcanzar el cielo. Soy tierra y tú agua, ¿qué más queremos? Quiero bailar en silencio y besarte a voces. Quiero convencer a los héroes del placer de la derrota. Quiero ser transparente, esa es la verdadera desnudez del alma… y serlo contigo. Me rindo. Contigo no me queda otra opción. Ni quiero que me quede.
|
Categorías |